¡Pero que pesadez!

¿Alguien ha leído mi blog? Las últimas cuatro entradas hablan exactamente de lo mismo, pero que insufrible soy, por favor..

Sería hora de cambiar de tema, sería hora de hablar de cosas interesantes, a lo mejor cogerle el ritmo a esto de actualizar, no estaría mal... Venga, esta vez sí, promis.

Ahora viene lo difícil, ¿de qué hablo? Os cuento mis aventuras en rehab, mis ganas e imposibilidades de ir a Londres en dos semanas, lo mucho que me apetece ir al teatro últimamente, los cambios en mi futuro estudiantil.. ¿o os hablo de amor?
Podría hablaros de como le va a una veintitantoasañera de Barcelona que ha decidido tratar el sexo como si fuera un hombre. Ah, no. Eso lo hizo Carrie.

Pues entonces os hablaré de como le va a una veintantosañera de Barcelona que trataba el sexo como si fuera un hombre hasta que un día se cansó y decidió creer en el amor verdadero.

Pobre ingenua, que creyó que el amor era para siempre. Y es que sí, lo creo. Lo creo en el momento en que lo siento, porque ayer hablaba de esto con dos amigos, uno afirmaba que sabía que no existía el amor eterno, que siempre es temporal, y que mientras lo vive no cree al 100% en él. ¿Entonces que sentido tiene? Eso me preguntaba yo, creyendo estar loca por seguir con mis ideas de princesa Disney en la cabeza, por suerte, mi otro amigo confirmó que no estoy sola, y que lo que yo pienso, en lo que yo creo, tiene mucho sentido.
Así es que sabemos que es prácticamente imposible que el chico con el que tonteo, el que puede que llegue a ser mi novio, con el que pasaré un año extremadamente feliz, ese, no sea mi marido, no sea el hombre con el que envejeceré, pero si mientras estoy con él no lo pienso.. ¿qué sentido tiene?